
«Ahora hay fútbol todas las noches y a mí, que me resulta indiferente, me hace preguntarme por el embrujo que ejerce este deporte sobre la gente. En todas las teles, en todas las radios, fútbol y más fútbol. Pienso sobre este asunto y me acuerdo de mi ex marido, que sólo tenía cabeza para pensar en el equipo de sus amores, mientras que a mí no me hacía ni caso. Fue uno de los motivos para dejarle. Me lo pensé mucho antes de volver a vivir en pareja, que ya saben ustedes que siempre puede ser un riesgo para la salud, pero al final me enamoré -nos enamoramos- y estoy muy a gusto con mi compañero actual. Después de mi experiencia anterior, a esta situación de bienestar ayuda que a mi amor de hoy en día el fútbol le dé igual: de hecho, mi actual esposo tuvo un jefe que no veía normal que no disfrutara con el balompié; solía preguntarle si es que tenía una tara física o un trauma de la infancia que explicara su desapego al mundo del esférico. Yo tara física no le veo -me conozco muy bien la geografía de su cuerpo-. Respecto a lo del trauma… el atlas de su alma me resulta más recóndito y, total, ¿quién no acumula algún trauma a estas alturas de la vida?»