Ensalada de morera

Morera
Morera

«Verá, doctora. De pequeño criaba gusanos de seda en una caja de zapatos, un entretenimiento casi desaparecido ahora, en esta generación de niños atados a consolas audiovisuales. Creo que una vez también tuve una lagartija en una caja; decoré las paredes con recortes de libros (de paisajes que suponía que le podían agradar al bicho aquel, claro, para no traumatizarle). Pero lo de los gusanos era un pasatiempo curioso, mi favorito. La vida se desarrollaba apresurada  entre las cuatro paredes de esa caja, en un trasunto de la propia existencia: huevos, gusanos, capullos, mariposas… con mucha morera de por medio. Y ahora, tantos años después de la experiencia gusana, y talludito como estoy, me veo en mi piso, también entre cuatro paredes. Y a veces alzo la mirada al cielo, intentando interpelar al señor de los gusanos (o de los capullos, que abundan mucho; mariposas también las hay, pero menos): le hago alguna que otra pregunta a ese señor, pero no obtengo respuestas y sólo escucho el silencio. Así que, preso del aburrimiento, me voy a preparar una ensalada de morera para matar el tiempo: ¿alguien tiene algún aliño especial?»

2 comentarios sobre “Ensalada de morera

  1. Al leerlo se han despertado en mí recuerdos de mi infancia madrileña. Cerca de donde vivía, zona de nueva construcción por Dehesa de la Villa, había un campo de futbol,una explanada de tierra de tierra que se conocía como «Campo de Las Chapas», o así le llamábamos nosotros. Cerca de allí, una casa de campo a cuyo porche daba sombra únicamente una enorme morera. Yo también tuve caja de cartón, pero nunca logré ver realizado el milagro de la metamorfosis en mi cajita de cartón.

    Nunca me había preocupado, a decir verdad, pero ahora que te leo… ¿existirá en mí una fijación por lograr criar una mariposa?, o, lo que es lo mismo, será posible que algún gusano…

    En fin, cuánto me alegra saber de ti.

    Un abrazo, compañeiro.

    PD:¿La morera se come?

  2. Y corría cerca del Río Duero y Arandilla, celebraba merendolas en la alameda como si de un grupo de mayores se tratara… Era todo un mundo por recorrer a 50 metros de mi casita. Hoy tengo que recorrer al menos 100 kms para ver una tercera parte de las zarzamoras, un chalet de no se quién al lado de mi río y poder huir de 2.000 kms de alfalto. Menos mal que tengo dos bellezas a mi lado que en parte suplen aquella belleza de campo perdida y cuya obsesión es contar las amapolas que surgen en las lindes de las tierras y todavía brotan alrededor de algunos mojones…

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