
«Oiga, doctora, estoy preocupado por la dentición. Me contó el otro día la dentista que nuestras piezas dentales son cada vez más flojas y de menor calidad. Que nos hemos olvidado de que la evolución también nos afecta, como seres que somos, y que comer cosas de peor calidad, y comer cada vez peor, genera a la postre más ingresos para los dentistas, a los que acudimos cada vez más por la mala calidad de nuestros dientes. Sí, sí. Que cada vez nuestras muelas son más deficientes, se nos caen antes de tiempo. Me comentó una cosa que me hizo mucha gracia: están detectando que salen menos muelas del juicio, lo cual no me extraña con lo desjuiciados que andamos (aunque no faltos de prejuicios, no; esos siguen campando por sus respetos). Qué graciosa, la dentista: dice que conoce mejor a la gente por sus bocas que por sus caras, y yo le apostillé y por lo que nos conocerá sin duda muy bien será por nuestros colmillos retorcidos, que en este país abundan bastante. ¿A que estuve ocurrente?, ¿verdad, doctora?»
Una de dos: o en mi infancia mi alimentación fue deficitaria o he evolucionado más de lo que debiera; además, nunca me salieron las famosas «del juicio». Doctora, deme una cita y póngame los tornillos que me faltan, pero en la boca.