Vapor en la noche

Tren de vapor
Tren de vapor

«Faltan sólo unos escasos minutos para que ese tren que veo desde la única ventana de mi casa que da al mundo llegue a su destino. Suelta una gran cantidad de vapor, y una estela a su paso anima, en la distancia, esta sosa noche de principios del siglo XX. Hace mucho frío; las volutas de vapor se dibujan a su alrededor como algodón de azúcar, desparramando su haz blanquecino en la oscuridad. El tren funde su último carbón en su estirada final, penetrando en la estación de esta capital de provincias. Y en el tercer vagón, en el coche cama que está detrás del coche restaurante, una pareja hace el amor despacio, con una cadencia que intenta acompasarse a la marcha del tren, ajena a la propia entrada de la máquina en la estación, ignorantes de que han llegado a su destino. No les turba siquiera el alboroto de los pasajeros de los compartimentos vecinos que recogen apresurados su equipaje. De su amor quizá nueve meses más tarde nazca una criatura morena, tiznada de carbón en recuerdo de aquella apasionada noche que ahora es sólo un recuerdo vaporoso.»

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